Durante 2 meses de confinamiento las bicicletas desaparecieron de las sendas y cuando regresamos a ellas estaban en peores condiciones de cómo las dejamos.
Las sendas son de todos o al menos en la práctica ya que durante años administraciones medioambientales llevan una guerra con el mountain bike insistiendo en que las bicicletas deben de desaparecer de las sendas ya que las consideran las principales culpables de la erosión.
Pero esta pandemia a demostrado que esa teoría no es válida ya que la desaparición por completo del tránsito de bicicletas por las sendas durante dos meses no ha mejorado el estado de las sendas, es más, algunas están en peores condiciones , cerradas por la maleza o totalmente impracticables a causa de roderas o surcos provocados por las lluvias.
Esto demuestra que es cierta la opinión de todos los expertos internacionales cuando mantienen que el principal agente erosionador del terreno es el agua. Algo que los "expertos" españoles de las diferentes Consejerías de Medio Ambiente, se niegan a admitir.
Foto: FB CSR Collserola.
De varios puntos de España llegan reportes de los ciclistas con fotos de sendas totalmente rotas, como por ejemplo las aportadas por el CSR Collserola donde se aprecian grandes estragos en la sendas o reportes que llegan de la zona de Madrid que avisan de piedras arrastradas por la lluvia y surcos de hasta 60 cm, poniéndolo en conocimiento de IMBA España para un posible mantenimiento de ellas.
Cuando las bicicletas pasan por los senderos impiden que la maleza acabe cerrandolos, los propios ciclistas son los que mantienen los senderos en buenas condiciones si la lluvia llega a romperlo o despejan algún árbol que se haya caído cortando el sendero., en definitiva los ciclistas de montaña mantienen viva la red de senderos y las sendas a su vez mantienen vivo al mountain bike.